Creo que sólo los científicos pueden comprender el universo.

Creo que sólo los científicos pueden comprender el universo.
Isaac Asimov que estás en los cielos...( o en algún agujero negro )

sábado, 17 de abril de 2010

LA VERDADERA HISTORIA DE LA CONQUISTA DE LA LUNA



En los años 60, los americanos y los rusos competían ferozmente para ver quién conseguía llegar el primero a La Luna.

Se presentó un problema muy grave: los bolígrafos convencionales no escriben en ausencia de gravedad y no se podían tomar notas durante el vuelo.

Los yanquis invirtieron meses, millones de dólares y pusieron a sus mejores cerebros a trabajar en el problema y consiguieron solucionarlo: inventaron la tinta de gel.

Los rusos decidieron llevar lápices.

Esto cabreó tanto a los americanos que decidieron poner en marcha la operación “ Columbus “.

Pensaron en algún país atrasado, con gobernantes fáciles de sobornar para poder llevar a cabo sus experimentos sin ser molestados.

Después de mucho buscar, instalaron su base de operaciones en España, al lado de la playa de Palomares.

Tuvieron algunos problemas para entenderse con los lugareños y se les escapó un poco de uranio radiactivo al trasladar el equipo. Se murieron todos los peces, y los pájaros se caían como piedras de los cables de la luz, y entonces la gente empezó a murmurar.

Pero en la playa de Palomares ya tenían experiencia en estas cosas.

Cada vez que caía alguna bomba atómica al mar, o había algún escape tóxico o radiactivo, mandaban a un señor muy gordo, un tal Manuel Fraga, a darse un baño ataviado con una especie de carpa de circo que atraía todas las miradas.

Le hacían fotos para las revistas. Salía en todos los canales de televisión, es decir, en los dos canales que había, y asunto arreglado.


Lo que planeaban los americanos era construir una nave capaz de llevar a bordo una tripulación y alunizar con éxito. Y efectuar el lanzamiento desde la playa, porque así, si algo salía mal, no tendría mucha repercusión.


El problema es que los rusos ya habían mandado una nave con la perra Laika a bordo, y, aunque las malas lenguas dicen que Laika no murió por el despegue, si no que se les olvidó ponerle agua, los yanquis no podían aguantar la envidia.


Con el follón del escape de Uranio, no había muchos voluntarios para formar parte de la tripulación, vamos, que no había ningún voluntario, así que no tuvieron más remedio que echar mano de la población local.

No parecía muy difícil.

Sólo necesitaban:

  • Un físico nuclear especializado en fisión

  • Un programador informático de nivel 5.

  • Un ingeniero en telecomunicaciones.

  • Un guía espiritual

  • Un ingeniero electrónico diseñador de circuitos.


Pero con las prisas, el calor y en España en los años 60, lo que encontraron fue:

  • Un profesor de ciencias de 8º de E.G.B de un colegio rural

  • Una señora de Lugo de 68 años que manejaba muy bien el ábaco y también hacía encaje de bolillos.

  • Un cura de pueblo que acababa de llegar de Woodstock porque se equivocó de bus al ir a oficiar una misa en Móstoles.

  • Un radio-aficionado que tuvieron que sacar de la cárcel que había sido detenido porque arrastraba sospechosamente las “ eses “.

  • Un mecánico de un taller de coches, muy bueno, eso sí, porque además de los SEAT 600, ya le estaba metiendo mano a los SIMCA 900.


¡Menos da una piedra!, debieron pensar los yanquis, o, como dicen ellos,

less give a stone”, y con esa tripulación se realizó el primer alunizaje de la historia, vamos, el verdadero.

Bajar no pudieron bajar, pero ¡vaya que si llegaron!. Y en mucho menos tiempo del previsto, porque la abuela gallega añadió un poco de licor de orujo de hierbas al combustible y aquello alcanzó una velocidad que a día de hoy no ha podido volver a repetirse.

Lamentablemente, nadie confiaba en el éxito de la misión.

La única bandera a bordo era la bandera republicana que llevaba el radio-aficionado por si las moscas.

Y tampoco tenían trajes para salir al exterior, así que fue un viaje de ida y vuelta sin parar ni para mear.

En cuanto volvieron a la Tierra, salieron todos zumbando de la nave sujetándose la entrepierna, buscando desesperadamente un sitio para aliviarse.

Los americanos aprovecharon el momento y desmontaron la nave a toda pastilla. No dejaron ni rastro de su presencia en nuestro país, salvo, quizás alguna secuela sin importancia en la forma de hablar y andar del señor Fraga, pero todo el mundo lo achacó a su dedicación al país.

Por eso se llevaron todo el mérito cuando, meses más tarde, Neil Armstrong estampó su huella en la luna, cual Marilyn Monroe en el paseo de la fama de Hollywood.

Vale, ellos fueron los primeros en pisar la Luna, pero por muy poco.

Si tan sólo se hubieran llevado a Fraga...

Hubiera sido capaz de aguantar la respiración y salir al exterior sin traje y sin gaitas.

Y esa si que hubiera sido una buena huella, vamos, una huella que no la borraba ni un meteorito.


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